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Cinco consejos fundamentales para encontrar trabajo como traductor (en Chile)

Hoy vi en un foro de traductores chilenos, por enésima vez, un intercambio de mensajes donde varios colegas recién titulados (e incluso algunos más veteranos) manifestaban con errores ortográficos, gramaticales y semánticos imperdonables su frustración por no encontrar trabajo. Sin mayores prolegómenos, quisiera compartir algunos consejos y observaciones sinceras y realistas que, ojalá, les permitan orientarse un poquito en el competitivo pero promisorio mercado de la traducción. A algunos quizás les duela, a otros puede que los tumbe. Levántense, sóbense la herida, yergan la cabeza y, si quieren realmente trabajar como traductores, pónganse las pilas. Es duro, pero se puede. Y hay trabajo.


1. Cuida tu ortografía


Imagínate un dentista que te entrega su tarjeta de visita, te dice que está recién empezando su carrera pero es muy cuidadoso y tiene muchas ganas de aprender y de hacer el mejor trabajo posible… y acto seguido te obsequia una gran sonrisa con la boca llena de dientes podridos. Un dentista. Tus errores ortográficos son esos dientes podridos. Y no solo en tu tarjeta de visita, en tu currículo o tu página de LinkedIn: en los mensajes que publicas en los foros también. Y ojo, que un error ortográfico no es simplemente escribir mereses, por dar un ejemplo cualquiera; también es omitir las tildes (aquí se escribe aquí y no aqui) y los puntos de interrogación y exclamación de apertura. Y bueno, si no eres capaz de poner las tildes correspondientes en tu propio nombre o apellido, quizás sea hora de buscar otra carrera, efectivamente.


2. No ventiles tu frustración profesional en las redes sociales


Nadie busca gente frustrada, y nadie te va a contratar porque necesitas desesperadamente trabajar. Eso sería caridad o, cuando menos, mecenazgo. En el peor de los casos, harás que pierdan el interés en ti. Las empresas y los clientes buscan gente motivada, que sepa facilitarles la vida y les ayude a incrementar su volumen de negocios. Y, sobre todo, prefieren trabajar con gente buena onda. ¿Quién no? Y si realmente necesitas desahogarte... escribe un blog como este, porque nadie los lee.


3. No busques en las bolsas de trabajo


Hay allí algunas ofertas más o menos interesantes, pero la competencia es enorme y siempre te pedirán experiencia. Tampoco esperes que te caiga una oferta de trabajo del cielo ni creas que vas a trabajar como traductor(a) en una gran empresa multinacional. Son poquísimas las que tienen traductores de planta, y conviene mucho más trabajar como independiente (además, podrás trabajar en piyama, que es mucho más cómodo que ponerse una corbata para fingir ser algo que no eres y que tampoco tienes por qué ser). Las horas libres que tengas, sobre todo ahora, mientras estás cesante, dedícalas a buscar agencias y clientes directos. Haz todas las pruebas que te manden (nunca más de 300 palabras, de lo contrario están abusando de tu buena voluntad; hay límites para todo), y hazlas bien. Sin mostrar los dientes podridos.


4. Crea un perfil de LinkedIn impecable


Y que llame la atención. Sobre todo, evita los lugares comunes. Todo el mundo trabaja «orientado al cliente», tiene «grandes capacidades de adaptación» y sabe hacer «un gran trabajo en equipo». Nada de eso quiere decir absolutamente nada. Hoy en día LinkedIn es la principal herramienta de búsqueda de los cazatalentos y tu perfil tiene que destacar entre miles. Muestra algo de personalidad (no demasiada; ese es un error que cometo yo, pero ya tengo cierta trayectoria y mis clientes me aguantan como soy) y recuerda: un error ortográfico y estás fuera (bueno, dos; uno se puede perdonar, nadie es perfecto, pero recuerda que la buena redacción es nuestra principal herramienta de trabajo). Piensa en el dentista de los dientes podridos. Nunca más podrás quitarte esa imagen de la cabeza, ¿cierto? Vamos bien.


5. ¿Estudiaste en Chile? Te tengo una mala y una buena noticia


La mala noticia es que no estás muy bien preparado para enfrentar el mercado de trabajo. La educación en Chile es un negocio, eso ya lo sabemos. Las universidades funcionan como empresas que tienen que sacar réditos de su actividad, y formar seres humanos íntegros no es necesariamente su prioridad, pues les interesa sobre todo que pagues la carrera para cerrar el año con cifras azules, obtener la acreditación y mantener el negocio andando. Conozco mucha (demasiada) gente que tiene incluso título de maestría (magíster, para nosotros) y no entiende bien lo que traduce ni demuestra una calidad de redacción suficiente. Pero (y antes de que me tildes de pelotudo elitista) no todo está perdido. Hay programas de intercambio: aprovéchalos. Hay cursos de perfeccionamiento en línea: hazlos. Hay documentos bilingües de la ONU en línea: descárgalos, estúdialos, retradúcelos, compara tu traducción con las traducciones oficiales (así me pasé yo un verano entero preparándome para los exámenes finales, y aprendí mucho). Hay libros gratuitos en línea: descárgalos y léelos (me refiero a literatura de la buena, de preferencia los grandes clásicos; no mangas ni libros de autoayuda mal editados). Mejora tu redacción. Enriquece tu vocabulario. Estúdiate las guías de estilo. La traducción es un trabajo intelectual. Si no cultivas tu intelecto, nunca serás un buen traductor (ergo, no encontrarás un buen trabajo). Lo siento, no había buena noticia, fue una mentira piadosa. Pero ponte las pilas.


En resumen: el mercado de la traducción está creciendo a un ritmo vertiginoso y hay mucho trabajo, pero hay que encontrarlo. El mejor consejo que escuché de una profesora fue el siguiente: «Siempre hay lugar para los buenos. Les toca a ustedes asegurarse de estar entre los mejores». Te doy algunas pistas: si no sabes la diferencia entre anterior y previo, si crees que checks and balances se puede traducir como ‘cheques y balances’, si crees que no perteneces aquí es una traducción válida para you don’t belong here, si traduces global como ‘global’ a rajatabla, tienes mucho que aprender. Quizás empezaste en desventaja porque la educación en Chile, basada en una ideología neoliberal y utilitarista, deja mucho que desear en nuestro rubro, donde abundan las carreras de «técnico en traducción» (un absoluto adefesio conceptual), pero si de verdad te gusta traducir, si lo encuentras tan estimulante y enriquecedor como yo, es cosa de perseverar, tener un poco de paciencia (o mucha), no desistir (todo esfuerzo termina siendo retribuido, es una ley universal, aunque no sea exactamente la retribución que esperes)… y, como decía Bill Murray en El día de la marmota (sorry, se me cayó el carnet), siempre, pero siempre, usar hilo dental.



Fotografía de una caballo con la boca abierto y los dientes bien sucios; pareciera que está riéndose. Un traductor con mala ortografía es como un dentista con los dientes podridos.

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